LOS OJOS DE DAVID BOWIE

Hace unos meses cayó en mis manos, en forma de regalo, la biografía de David Bowie, Amando al Extraterrestre, escrita por Christopher Sandford (que ya relató las vidas de Roman Polanski, Kurt Cobain o Eric Clapton). Llevo pocas páginas leídas pero ya he sacado tres o cuatro cosas interesantes que desconocía de este versátil artista. A ver si me animo y voy contando cosas para los que no les apetezca leer el libro entero. Supongo que en algún momento contará la historia de la canción Heroes de la que ya conté algo en «Heroes», Berlín y David Bowie, a ver que dice al respecto…

Pues bien, la historia es bien sencilla. Aunque yo pensara, cuando era pequeña y David Bowie me resultaba antipático, que tenía un ojo de cristal que se podía quitar por las noches (puagh¡¡¡); aunque en los setenta y en plena fiebre Ziggy Stardust, se especulara con su origen extraterrestre o con su alter ego sobrenatural; lo cierto es que a la edad de quince años, un David Bowie adolescente, tuvo la típica pelea en el patio del colegio por una chica. El chaval acabó en el hospital con una lesión en el ojo izquierdo que le produjo su paralización y la imposibilidad de cerrarlo. Y no hay más que contar.

Sea como sea, la apariencia final, que pudiera ser traumática, ha quedado para el anecdotario de la historia del rock y ha añadido más ambigüedad (si cabe) a su ya de por sí enigmática imagen.